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El sutil y libre arte de amar a una mujer

  • Galandria
  • 13 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

"Te amo como mujer, y te amo porque eres mujer." Virginia Wolf


Durante toda mi vida, descubrí que mi amor tenía muchas formas, y que conforme pasaba el tiempo a mi corta edad entendía cómo el mundo estaba aferrado a decirme cómo amar, en el jodido mundo en el que nos desenvolvemos las mujeres, bajo un sistema aferrado a decirnos constantemente cómo hacer y cómo no hacer las cosas, y a tomar decisiones por nosotras, y ni siquiera es tan simple como eso, este sistema nos ha quitado mucho más, desde lo profundo, desde lo personal.


Y desde que puedo recordar, me habían quitado la libertad de amar, de amar libremente, de amarme, de amar a otras, sin tapujos ni ataduras, ni sistemas sociales, sin intenciones y sin prejuicios, me quitaron la libertad de amar revolucionariamente, profunda y voluntariamente.


Pero, contra todo sistema de opresión, yo elegí amar, amar como la mujer que soy, y amar a las mujeres que me rodean, sentir el derecho pleno de amarlas sin preguntar y sin que se me cuestione, amar lejos de cualquier atadura social ni prejuicio moral ni religioso, deshacer mis creencias impuestas por completo para descubrir la libertad de ir corriendo hacia mis propias creencias, hacia mi propia manera de ver, de sentir y de amarme.


Amé siempre a las mujeres cuando de pequeña adoraba las pecas de Wendy y sus singulares figuras. Cuando comprendí que María tenía un tono de voz que sonaba a canción. Amé a las mujeres cuando mi maestra me secó una lágrima diciendo que yo tenía el derecho completo de expresarme en libertad. Amé cuando me enamoré del lápiz labial de Karen porque brillaba lindo en sus labios. Amé cuando descubrí que a Lupita le encantaba la lectura y yo iba a la biblioteca a verle leer. Amé cuando supe que yo fui el primer amor de Ana; y cuando tuve que despedirme de ella porque sus padres no querían que fuese su amiga, entendí que durante todo ese tiempo, yo había estado constantemente enamorada de mujeres grandiosas, maravillosas, increíbles, y que todo hacía para que yo no sintiera ese amor, hasta que decidí sentirlo cuando conocí a Monserrat y me hizo sentir completamente valiente.


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Y amar a una mujer te expande los horizontes de una manera que jamás podrás imaginar en la vida, y para este amor tan grande que existe entre las mujeres, no existen normas, amar a una mujer es ser brisa en una tarde de verano. Es entender la complicidad absoluta, la empatía desbordante, es sentir que se te inunda el alma, que tus sentidos se agudizan, que el aire parece eléctrico, que no existe volar más bello que el de sus cabellos, que es profunda la forma en que amamos las mujeres, y que amar a una mujer, es sonrisa, risa, aventura, es orgasmo, grito, sensaciones, emociones, es como girar bajo la lluvia, escuchar una canción lenta o sentir el palpitar en el pecho mientras bailas. Se parece a la sensación más cálida que pudieses expresar en tu vida, el roce, las flores, ni los poemas ni las canciones de amor le brindan sentido, no existe párrafo de palabras que pueda expresar lo inefable que es.


Y yo, que nací poeta y que desde pequeña escribía con el corazón en mano, le escribía a una mujer, siempre, porque para ser tan pequeña, las mujeres siempre fueron lo más admirable para mi persona, escribía románticamente sobre las mujeres, hablaba de sus ideas y de cómo revolucionan el mundo, hablaba sobre su arte, sobre su sutil forma de andar y lo fuerte de sus pisadas, hablé de su pérdida, de su voz y de su ruido, y me veía sumergida durante horas, escribiendo y escribiendo sobre mujeres, mujeres que me hacían amar el mundo, mujeres que me hacían comprender el mundo, sin entender que desde lo profundo, yo anhelaba que el mundo aceptara que yo deseaba amar a una mujer.


Y justo en los labios de una mujer, conocí la revolución, fue en los labios de una mujer en donde descubrí mi fuerza, mi valentía, mi sororidad, mi empatía, mi complicidad, fue en los labios de una mujer, donde deseé estallar una revolución entera, que algo tiene amar a una mujer que te vuelve libre, valiente, fuerte, que te vuelve extensa, que te hace querer brincar, andar, danzar, que es verdad que algo tienen los espíritus de las mujeres y es precisamente que nacieron para ser libres y que nadie podrá contra esa libertad, contra todo intento de apagar nuestra llama, las mujeres prendemos fuego y nos amamos, por sobre todas las cosas.


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Texto y fotografías por: GALANDRIA

@thelesbiancommunity

 
 
 

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