¿Nos Estamos Haciendo Muy Puritanxs? O, ¿Demasiado Sexuales?
- Ana Sofía de la Cámara
- 16 jul
- 6 Min. de lectura
Durante un par de semanas, la discusión en línea sobre la prudencia y la sexualidad estalló a partir de la última portada de Sabrina Carpenter. Algunas personas están decepcionadas con la imagen, mientras que otras simplifican a los críticos como puritanos juzgosos. Ha habido cantidad de tweets y memes ingeniosos por todos lados. La portada —y la conversación que ha generado— en lo personal me dejó un mal sabor de boca. De esos
que merecen un análisis más profundo.

Sabrina Carpenter es una de las popstars más importantes del momento, conocida por su reconocible tono de voz y presentaciones con doble sentido. Ya esperamos lo provocativo en tono de juego, pero esta nueva portada parece haber desconectado con muchxs de sus fans. Su expresión sexual solía leerse desde un lente del Female Gaze —coqueta, empoderada, y consciente— pero esta vez, la reacción se siente diferente.

Una de las imágenes incluye un primer plano de un perro con un collar que dice Man’s Best
Friend, el polémico título del disco. La imagen que se volvió viral muestra a Sabrina en posición en "cuatro" (por no encontrar una mejor descripción), al lado de las piernas de un hombre que la sujeta del su pelo rubio. Su expresión tipo pinup —ojos bien abiertos, un poco Bettie Boop— están presentes. Entonces, ¿por qué está incomodando a tanta gente?

La imagen evoca la publicidad de los años 50 —un mundo tipo Mad Men, donde las mujeres eran presentadas como objetos decorativos, no personas con agencia. Revisitar anuncios en los que las mujeres aparecen en poses domésticas y casi de mascota —en una época donde tenían menos derechos y escasas aspiraciones posibles— resulta triste, incluso inquietante, especialmente en un clima político tan regresivo. A la par que los derechos de las mujeres y de grupos marginados retroceden, están surgiendo tendencias como las Trad Wives, la estética "old money" y los vestidos tipo milk maid. Quienes la defienden argumentan que la imagen es claramente sátira, considerando que el humor coqueto es parte clave de la marca de Carpenter. Viéndolo con un ojo más crítico y textual, el Cambridge Dictionary define sátira como: una forma de criticar ideas o personas de manera humorística, especialmente con intención política. Si realmente se tratara de sátira, ¿por qué las incómodas son las mujeres —y no los hombres?
¿Sátira o sumisión?
Entonces, ¿qué punto quiere hacer realmente Sabrina? Y más importante aún, ¿su mensaje se está comunicando de forma clara o solo está insinuado entre capas de insinuaciones sexuales y nostalgia estética?
Algunxs han dicho que una inversión de género —Sabrina de pie, sujetando a un hombre en
cuatro patas— habría funcionado mejor como crítica a las normas de género. Y aunque estoy de acuerdo en que eso se entendería más fácilmente como sátira, dudo que esa haya sido su intención principal. El título del álbum, Man’s Best Friend, sugiere sin mucha sutileza una narrativa de sumisión. La portada es claramente sexual, y ahí es donde la cosa se pone más delicada.

Desde mi perspectiva, las preferencias sexuales y los kinks entre adultos que consienten son —y deben ser— un espacio neutral. Sin embargo, en una sociedad puritana, el kink-shaming abunda, así como la heteronormatividad rígida. La sexualidad, como todo lo demás, es política —un terreno fértil para el discurso cultural. El trabajo de Madonna —desde Like a Virgin hasta su libro Sex de 1992— tenía una columna vertebral muy clara. Provocaba con intención. La portada de Carpenter, en contraste, se siente menos aguda —más como provocación por la pura provocación.

Aventuraría a decir que la portada fue su manera de “explorar” —aunque superficialmente— temas de sumisión, usando estéticas publicitarias anticuadas que evocan, sin ambigüedad, una postura sexual de subordinación. Este lenguaje visual no puede separarse del momento cultural en el que vivimos —uno en el que la normalización del asfixiamiento y otros actos BDSM codificados en el porno ha generado dudas reales sobre consentimiento y expectativas, especialmente cuando los hombres jóvenes consumen pornografía cada vez más agresiva. Para dejarlo claro: esto no va de kink-shaming. Pero lxs jóvenes —sin importar su género— son influenciables. Pueden sentirse presionadxs a aceptar o actuar formas de intimidad que no entienden del todo o con las que no se sienten cómodxs.

¿Creo que Sabrina Carpenter es responsable de este panorama cultural? Por supuesto que no. Pero si va a provocar, la forma en que lo hace importa. Y aquí, se siente un poco descuidada.
No quiero que “cancelen” a Carpenter ni nada parecido. Hemos visto demasiadas veces el nivel de odio dirigido a las mujeres en el ojo público. Cuando una mujer decide tener voz pública, es tratada como la colada a una fiesta: tolerada, pero castigada si se sale del guión. Sin embargo, no creo que debamos desalentar el análisis o la crítica bien intencionada. Espero que podamos mejorar en eso, aunque los algoritmos no lo permitan del todo.
Definitivamente vivimos en una era post-MeToo
El “Brat Summer” del año pasado fue un respiro refrescante en el pop —menos “perfecto”, más dispuesto a romper moldes. Addison Rae ocupa un espacio “cool girl” similar al de Charli XCX—atrevida, muy en línea, y adorada por the girls, the gays and theys. El arte de Carpenter sigue esa tendencia de provocación sin filtro, pero cae distinto. En vez de
empujar los límites con inteligencia o subversión, la portada recuerda del reciente anuncio de jabón de agua de baño de Sydney Sweeney. Ambas evocan el marketing masculino de principios de los 2000 —como en los míticos comerciales de Carl’s Jr. En pleno 2025, las popstars ya no “salen del clóset” como feministas, como lo hicieron alguna vez Taylor Swift o Beyoncé. Si bien el feminismo tipo Girl Boss de los 2010s muchas veces se sentía como capitalismo aprobado por Recursos Humanos, esta nueva dirección puede ser aún más dañina.

El discurso actual parece menos interesado en la crítica estructural; hoy, el riesgo de sonar cringe o demasiado seria parece un crimen capital. Esta especie de aplanamiento cultural incentiva a lxs artistas a mantenerlo todo ambiguo —una linda fachada de paja.
Como millennial “joven”, coincido con gran parte de la Gen Z en esto. Están más conscientes de la presencia de imágenes pornificadas en los medios, y más escépticos ante el contenido sexualizado que refuerza dinámicas dañinas.
Puede sonar duro —y contradictorio (como todo internet)— pero, a pesar de estar crónicamente en línea, la alfabetización mediática está probablemente en uno de sus peores momentos.
En un ciclo de noticias constante y contradictorio, estamos desesperadxs por significado, y nos conformamos con discursos superficiales y estéticas llamativas. Como con muchos hombres mediocres que hemos salido, somos expertxs en proyectar profundidad sobre lo superficial.
El problema con ser llamadas "puritanas" juzgonas
De acuerdo a Megan Cruz, crítica de cine en TikTok, el uso del término “prude” le recordó al discurso de Not Like Other Girls de los 2000 —y estoy totalmente de acuerdo. Llamar puritana a alguien por expresar incomodidad me recordó demasiado a la adolescencia. Implica que la controversia viene de conservadores escandalizados por una popstar sexy, cuando en realidad, gran parte de la crítica viene de las propias fans de Carpenter.

Claro que habrá grupos conservadores y gente mayor escandalizadxs también, pero sus quejas suelen quedarse en medios tradicionales. El grueso del debate ocurre en redes sociales, entre mujeres jóvenes —muchas aún navegando su relación con la sexualidad en línea. Me gusta Sabrina Carpenter. Es pícara, consciente, y sin duda talentosa. Pero no soy una súper fan. No me siento traicionada.
Me preocupa más su audiencia más joven —aquellas que no tienen tanta experiencia o seguridad con su sexualidad. Su incomodidad ha sido mayormente ignorada. Recuerdo lo que era ser una adolescente —y también en mis veintes— aún no tener muy claro dónde pararme. Si tuviera diez o cinco años menos, sé que me sentiría mucho más vulnerable viendo todo esto.

Cuesta imaginar una portada así en 2012, en pleno auge de la estética business casual —una era cuando Roe vs. Wade seguía vigente y el discurso de la manosfera vivía en los márgenes. Hoy, con el debate público desarrollándose en plataformas diseñadas para el sarcasmo y los takes rápidos, no me sorprende que haya tantas opiniones tan despreocupadas.
Aunque creo que la portada fue un error, la conversación que ha generado es mucho más
interesante —y necesaria. La verdadera pregunta no es si la portada es demasiado sexual —sino por qué nos están vendiendo un charco tan poco profundo: lo suficientemente superficial para que cada quien vea su reflejo, pero no tanto como para contener un verdadero punto.
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