El arte como vocación: En Conversación con Ámbar Quijano
- Michelle Soto
- 17 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun
Ámbar Quijano es una figura clave en el panorama del arte contemporáneo en México. Su trayectoria como galerista ha marcado un antes y un después en la forma de ver el arte y el coleccionismo en la Ciudad de México. Con una mirada fresca y accesible, Ámbar nos habla sobre su camino personal, su conexión profunda con el arte y cómo su galería se ha convertido en un refugio para artistas emergentes.

La influencia temprana: la familia y la galería
"Mi mamá me tuvo cuando tenía 19 años, y la mitad de mi tiempo de maternidad fue entre mi mamá y mi abuela. Mi abuela tenía una galería pequeña en San Jerónimo, donde crecí rodeada de arte. Esa galería era algo especial, un lugar donde se hablaban temas como la feminidad, la equidad y los rituales, y eso marcó profundamente mi visión sobre el arte.”
Durante su infancia, Ámbar fue testigo de la importancia de estos temas, que se manifestaban no solo en las conversaciones, sino también en las obras que se exhibían. Artistas como Benjamin Domínguez, quien abordaba temas como la levitación y el misticismo, fueron figuras clave en su formación.
Ámbar cuenta: “La pintura no era solo paisaje, era algo profundo. Lo que me rodeaba en ese entonces dejó una huella que aún sigue presente en mi trabajo.”
El arte como camino: de la teoría a la práctica
A los 16 años, Ámbar decidió estudiar arte en Nueva York, un paso que, según ella, la llevó a reconectarse con su verdadera pasión. Sin embargo, aún no tenía claro qué camino seguir: ¿ser artista, curadora o abrir una galería?
Más adelante, en Londres, realizó una maestría en Historia del Arte y se sumergió en el mundo de los negocios del arte, una vertiente que terminó por cautivarla.“Estaba en un lugar muy conceptual donde me decían que la pintura estaba muerta, pero al estudiar su historia me di cuenta de que no solo seguía viva, sino que estaba más viva que nunca. Eso fue lo que me enamoró aún más de este mundo.”

Un giro en su carrera: asesoría y la pandemia como catalizador
Tras pasar por instituciones como Christie’s y el Museo Guggenheim, Ámbar comenzó a sentir que la vida corporativa no era para ella. La relación con los artistas no era lo suficientemente cercana.“No hablaba con los artistas, todo se reducía a vender colecciones privadas. Decidí que no podía quedarme ahí.”
La pandemia se convirtió en el punto de quiebre. Regresó a México y empezó a asesorar de forma más personal, conectando a coleccionistas con artistas emergentes. Esta conexión más íntima fue un giro natural y necesario. En sus propias palabras, “la pandemia me permitió enfocarme en lo que realmente me apasionaba: hacer el arte accesible y transparente.”
Así nació su galería, un espacio donde el arte y el coleccionismo se presentan sin las barreras de exclusividad que suelen dominar el circuito tradicional.
"El arte es para todos, no es frío ni inalcanzable. Mi galería busca ser un espacio inclusivo que permita una conexión más directa con los artistas. Lo que quiero es desmitificar el arte y hacerlo accesible.”
Ha trabajado con artistas como Ana Segovia, a quienes ha ayudado a ampliar su mercado y aumentar el valor de sus obras. También ha apostado por formar nuevas generaciones de coleccionistas, más interesados en lo genuino que en el prestigio.
Más que una exposición: el arte como relato
Para Ámbar, cada exposición tiene un mensaje, una historia que contar. Su enfoque curatorial no se basa solo en lo visual, sino en provocar conversación y reflexión: “Mi vida siempre ha girado en torno a la relación con los artistas. Lo que quiero fomentar es que el arte no sea solo una transacción, sino una conversación continua. Cada exhibición tiene un propósito, un mensaje.”
Su galería es también una extensión de esa filosofía: un espacio donde el arte se vive como algo cotidiano, humano y compartido.“El arte es mucho más que una pieza colgada en una pared. Es un espacio donde se conectan ideas, historias y emociones. Ese es el propósito de mi trabajo y mi galería.”

Una visión que mira hacia el futuro
A pesar de los retos del medio, Ámbar mantiene una visión optimista, inspirada en las nuevas generaciones de artistas y gestores culturales que trabajan desde lugares más colaborativos, sensibles y menos jerárquicos.
“A veces todavía me enfrento con espacios súper cerrados o posturas elitistas que no entienden que el arte necesita circular, moverse, tocar a la gente. Pero también veo a artistas jóvenes que están haciendo las cosas desde un lugar muy genuino. Eso me inspira. Hay una necesidad de hablar de lo personal, lo político y lo emocional desde otros lenguajes, y creo que eso está abriendo nuevas puertas," concluye.
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